Desde Barcelona al infinito, ya sea en el asfalto o fuera de él, tiene la mala costumbre de hacer de cada viaje una experiencia inolvidable.
Adicta a la vida, a la aventura, al momento. Superar retos, sin excusas, es su especialidad.
Si has tenido la gran suerte de encontrarte con Mónica Torán en tu camino, estás de enhorabuena. Mónica es pura energía, de esas personas que llegan para sumar.
Os dejamos con la piloto de Infinity ♾️, una entrevista muy especial que te cautivará.
¿Quién es Mónica?
– PROCEDENCIA: Barcelonesa, aunque me siento más navarrica con un toque andaluz.
– LUGARES RECORRIDOS EN MOTO: La península, sin dejarme ninguna comunidad autónoma, aunque sí algunos pueblos, ha sido el escenario de la mayoría de mis viajes. He visitado partes de Francia, Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein y la República Checa.
– TIEMPO Y KILÓMETROS EN MOTO: Recorridos con las motos que he tenido en casa calculo que más de 300.000 kilómetros, pero si incluimos los que he hecho con motos ‘prestadas’, probablemente estoy cerca de los 350.000 kilómetros. ¿En cuánto al tiempo? Es difícil de calcular pero me atrevería a decir que… menos del que me gustaría.
– TUS MOTOS: Mi primera moto fue una Honda Scoopy 49cc, de eso ya hace un siglo, y no solo como expresión, ya que fue por los años 90.
Con esa moto y cuando aún era menor de edad, hice mi primer viaje en solitario; moto, mochila y tienda de campaña. Para no perderme, cogí un ferry y me fui a Menorca. Gracias a esa Scoopy y a ese viaje, supe que aquel sería el primero de muchos viajes en moto. La vendí para poder comprarme un coche, tonterías que se hacen cuando eres joven…
Pasaron unos años y cuando fui madre decidí que necesitaba “urgentemente” una moto, así que me saqué el A2, que veía que una 49cc se me quedaría corta. Quien era mi marido por aquel entonces, Jose, me dio una gran sorpresa, me regaló una Suzuki Gladius 650cc. Estéticamente no me gustaba mucho, pero fue subirme a ella y… era “La Moto”.
Con ella aprendí realmente a ir en moto, de ello se encargó mi hermano Juanjo. Tras miles de kilómetros siguiendo su rueda por carreteras en mal estado, infinidad de puertos de montaña, un sinfín de curvas, todo tipo de terrenos, con climas un tanto extremos y visitar distintos países, llegó el día que me dijo: “ya estás preparada para ir tú sola donde quieras”. Pues no se hable más. Ahí fue cuando comencé mis andaduras viajando en solitario sin necesidad de ser en una isla por miedo a perderme.
Guardo un bonito recuerdo de la Gladius, aunque la pobre sufrió un fatídico final tras la rotura de biela y cigüeñal volviendo de un viaje, y eso que decían que era un motor irrompible.
Tras todo lo aprendido con la naked, era consciente que quería una trail, decisión apoyada por las veces que había encontrado la ocasión de, tras cualquier excusa, haber cogido algunas de las Africa Twin que teníamos en Pau Travel Moto, donde trabajé durante un tiempo.
Así que me compré a Caracolillo, una GSXR750 del 2014, que ya me dirás qué tiene que ver con una Africa Twin, pues entre nada y mucho.

Sabía que una vez que tuviera una trail iba a ser difícil pasar a una deportiva, una va cumpliendo años así que era un “o ahora o nunca”. Además, de todos los tipos de moto que habían pasado por mis manos, las deportivas eran con las únicas que no acaba de hacerme como a mí me gusta.
Al día siguiente de recoger la GSXR , me compré también un mono de cuero, y al siguiente día me fui a hacerle el rodaje. Caracolillo y yo salimos del salón de casa, que era donde la aparcaba, un viernes alrededor de las 15h. A las 17h ya le habría prendido fuego a la moto y al mono nuevo. 48h más tarde entrabamos de nuevo por la puerta de casa tras 2100kms.
Un año más tarde y una vez habiendo disfrutado mucho y muy deprisa, me compré a Infinity, la que hoy es mi Honda Africa Twin 1100.
¿Cómo prefieres viajar?
Creo que todo es un proceso, aunque este puede ser bidireccional.
Cuando viajo sola abro la mente, vivo situaciones de las que aprendo a salir de ellas sola porque no hay otra. Cuando me pierdo y vuelvo a encontrar mi camino, cuando estando en medio de la nada se ha caído la moto cargada y tras nombrar a todos los santos acabo levantándola, cuando me ha salido volando algo de la moto y vuelvo para finalmente encontrarlo, cuando me meto por sitios que pienso “aquí no me dejan ni las tuercas de la moto”.
Estas y muchas otras vivencias se van sumando y guardando en el “disco duro” y, cuando te vuelve a suceder algo similar piensas, “esto puedo resolverlo”. Para mí, estas situaciones, son enriquecedoras, por las emociones, autoconocimiento, superación e incluso creatividad que me aportan.
Disfruto mucho viajando sola, de ese aprendizaje, de ir a mi aire, y ahora que me he acostumbrado a ello, solo viajo en compañía si me aporta el hacerlo.
Eso sí, cuando encuentras un buen “equipo” para viajar, no acabamos un viaje que ya estamos planeando el siguiente.
Mi último “gran viaje” fue a Marruecos con un grupo de amigas. Me emocionaba ir por primera vez a ese país, pero también el ver qué tal nos iría a todas, cada una de su padre y de su madre, en un viaje donde nos acusaría el cansancio, donde tendríamos que lidiar con las necesidades de cada una y, sobre todo, y para algunas en especial, el cómo gestionaríamos el encontrarnos fuera de nuestra zona de confort. Sin duda fue una experiencia inolvidable la cual repetiría.

Y lo de viajar en pareja… pues hasta ahora ha sido casi un poco como “la gran desconocida” de las experiencias, pero ahora que lo estoy viviendo disfruto cada segundo. Además, ¿cómo no voy a disfrutarlo si fue precisamente viajando en moto como nuestros caminos se cruzaron?
El poder compartir no solo la vida cotidiana sino también la pasión por las motos, los viajes, las rutas, nuevos caminos, lugares… para nosotros, también es un punto de encuentro.
Una de las cosas que tengo en los primeros puestos de mi lista de deseos es el viajar con mis hijos y, por supuesto, junto a mi pareja. Ese momento sí será realmente especial, como lo fue la primera vez que llevé a mi madre con más de 70 años. Solo de recordar su gran sonrisa desde mi retrovisor, se me alegra el alma.
Una frase que te defina...
De pequeña mi abuelo me decía, “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
En su momento no le encontré significado alguno, quizás porque no era consciente de lo importante que es el tiempo.
Con el paso de los años he tenido más presente esa frase, incluso me atrevo a decir que diariamente. Y, gracias a las sabias palabras de mi abuelo, puedo decir que he vivido y estoy viviendo todo aquello que deseo vivir día a día, sin esperar a mañana.
¿Por qué viajas? ¿Y por qué en moto?

Principalmente para conocer nuevos lugares, pero si lo combinamos con el viajar sola, para mí, es la máxima expresión de libertad.
¿Por qué en moto? Por las sensaciones que siento cuando estoy sobre ella, porque todas ellas, ya sea frío, calor, aromas (también los desagradables), todo se magnifica. Y porque, de alguna forma, te hace sentir más consciente de cada paraje por el que transcurres, como si la moto fuera el instrumento que te permite sentirte más próximo al lugar y, a su vez, más viva.
Tras los kilómetros que llevo en moto puedo asegurar que gracias a ella, en los viajes, te sientes también más cercana a las personas, es como si el no llevar ese cristal de la ventanilla del coche te acercara más a las gentes del lugar. Es probable que, si los viajes que he hecho hasta ahora los hubiera hecho en coche, no tendría hoy en día esta gran red de amistades.
Tu moto es inconfundible, esa Africa roja.
De Afrikita a Infinity pasando por Maléfrika

Comenzó siendo Afrikita porque era muy discreta cuando salió del concesionario. Por aquel entonces era negra con detalles rojos.
Al tiempo conocí a Alex y al resto del equipo de Uniracing y fue nuestra perdición. Primero pusimos adhesivos transparentes para protegerla y añadiendo algún detalle más en rojo. Detalles que se añadieron a la cúpula también, y, al mirarla de frente, no lo dudamos, debía llamarse Maléfrika.
Al cabo de un tiempo decidimos ponerle adhesivos más vistosos. Por supuesto que el fin seguía siendo el protegerla de rascadas y posibles picadas, por aquel entonces ya había comenzado a hacer algo de off y créeme que los necesitaba. En uno de los kits que pusimos me preguntaron qué número quería ponerle y no creo que haya mejor número que el infinito. Un número sin fin, sin límite.
En breve volveremos a cambiarlos, pero esta vez es sorpresa para mí, no tengo ni idea del diseño, ni de los colores, pero Alex de Uniracing me conoce bien y sabe que me gustará, así que solo falta que esperar.
Recomendaciones para viajar en moto, en solitario
Las ganas, el deseo y días de fiesta, es lo único que necesito para viajar. Una vez cumplo esos dos requisitos, y me miro el bolsillo, si veo que hay suficiente lo siguiente es ver el clima de los distintos lugares por los que pasaré porque de ello dependerá gran parte de mi equipaje.
En mi primer viaje con la Suzuki Gladius, viajé de Barcelona a Finisterre. De los 3.000kms recorridos, 2.000Km fueron pasados por agua y con frío. Era pleno mes de junio; no pensé, ilusa de mí, que podía caerme tal tromba de agua durante tantísimos kilómetros. Así que desde entonces, en todos mis viajes sin excepción, miro el clima y llevo traje impermeable, guantes de Goretex de repuesto y un cortaviento.
En verano, sea un viaje de una semana o dos, llevo la misma ropa. La lavo y se va secando por el camino enganchada a la bolsa de viaje. En cambio, por poner un ejemplo, cuando fui a Elefantentreffen, debía llevar la suficiente ropa para poder cambiarme durante los días que duró el viaje y asegurarme de que no me faltaría ninguna capa de ropa en caso de necesitarla. No me sobró absolutamente nada, créeme…
Una vez gestionado el tema “outfit climático” preparo el botiquín y la bolsa de herramientas, que en mi caso son, bridas, cinta americana, varios juegos de diferentes llaves, grasa para la cadena y WD40 sobre todo si el clima será frío. Hasta ahora llevaba kit repara pinchazos, pero al llevar ahora neumáticos con cámara lo he eliminado de mi lista. Si la “avería” no se soluciona con eso, llamo al seguro y que vengan a solucionármelo. Sí, lo sé, llevo años teniendo pendiente un curso de mecánica básica.

Un viaje para volver ¿Alguno para olvidar?
Sé que algún día volveré a hacer mi primer viaje, Barcelona- Fisterra y querré pasar por las mismas carreteras, volveré a dormir en los mismos lugares mientas hago un balance de todos estos años y kilómetros en moto.
No puedo ni debo olvidar ninguno de mis viajes, algunos de ellos están ahí para recordarme qué no he de volver a hacer jamás y otros para recordarme el porqué debo seguir viajando.
¿Planeas tu camino o prefieres improvisar?
Si viajo sola y no he quedado con nadie por el camino, prefiero no planearlo en exceso.
Por ejemplo, cuando fui a Portugal fue un viaje por sensaciones, o así me gusta llamarlos. Tenía claro qué lugares quería ver, pero también sabía que si no era en este viaje sería en el siguiente. Contaba con una semana y, según mis cálculos, recorrería entre 3.500 y 4.000 kms.
Llevaba días pensando que empezaría por el Norte, pero la noche anterior, mientras apoyaba la cabeza en la almohada, decidí comenzar por el Sur. De esa forma, comenzaría Portugal por el punto más lejano, que en este caso sería el Faro del Cabo de San Vicente, y de ahí pues ya iría subiendo.
En una de las primeras paradas que hice en suelo luso, dos chicos portugueses que iban en moto se pararon a preguntarme y al final acabaron ellos marcando en el mapa los lugares por los que transcurriría mi ruta en los siguientes días. Curiosamente, muchos coincidían con los que yo ya tenía.
Alguna anécdota divertida

Muchas, muchas anécdotas divertidas. Casualmente muchas de ellas han sido en la misma situación, cuando me ha salido volando algo de la moto.
Pues la última anécdota fue en Marruecos. La última noche que pasaríamos en Marruecos nos pareció buena idea hacerla en un bonito Riad, a poco menos de una hora de Tanger.
La idea pintaba bien, lo que no pintaba bien eran el par de kilómetros de un camino de arena por el que había que pasar sí o sí para llegar. Y sí, al día siguiente no parecía ni tan complicado ni tan largo, pero cuando llevas más de 12 horas en moto, cansada de todo el viaje y que lo único que deseas es ducharte, cenar y ponerte en posición horizontal, mi humor brillaba por su ausencia.
Cuatro chicas en moto, de noche en el Norte de Marruecos no me parecía la mejor idea y menos en un terreno que no controlo como es la arena. Pero menos me lo pareció cuando aparecimos en una especie de plaza de un “poblado” en la que solo había hombres y una única bombilla como farola del pueblo.
Nos rodearon mientras nos hablaban y nos decían que no con el dedo índice y que nos volviéramos por donde habíamos venido con el dedo pulgar. La tensión entre nosotras aumentó considerablemente, pero más lo hizo cuando uno de ellos se subió sin avisar a la moto de una de nosotras. Tras unos largos minutos de intentar gestionar la situación, entendimos que lo único que pretendían era guiarnos hasta el Riad. Y así lo hicieron, incluso ofrecimos dinero a quienes nos acompañaron y no lo aceptaron. Sin duda, en ocasiones, no es todo lo que parece.
Otra de tantas anécdotas fue en la A6 de Madrid dirección Gijón cuando, el coche con el que llevaba unos cuantos quilómetros al mismo ritmo se puso a mi altura pitándome y haciendo indicaciones hacia la parte trasera de la Gladius.
Tras recordar otro incidente que había vivido años anteriores en A Coruña que me salió volando una funda de la alforja y pensé que me estaban persiguiendo y lo único que estaban haciendo era intentar darme alcance para avisarme, me dije “Mónica, a ver qué has perdido esta vez”. Pues así fue, había perdido la matrícula. Así que fui muy, “muy” deprisa a por una matrícula nueva para llegar esa misma tarde a Gijón.
El frío no te detiene, te hemos visto en varias concentraciones invernales ¿Elefantentreffen ha sido la más dura?

Sin duda alguna, Elefantentreffen. Ha sido el viaje más duro que he hecho y a su vez el más gratificante.
Recuerdo estar un 6 de enero comiendo con mi familia y mi hermano preguntarme si me apetecía ir a una concentración invernal en Alemania. Un par de semanas más tarde salíamos en plena ola de frío que paralizó media Europa y todas mis extremidades.
No habíamos salido de la península que ya estaba pelada de frío y cansada por no haber dormido lo suficiente la noche anterior, los nervios no me dejaron pegar ojo. La primera etapa se hizo larga, no solo por la distancia que separa Barcelona de Vesoul, Francia, ni las 20 horas que tardamos en llegar, sino por las bajas temperaturas.
No estuvieron en positivo en ningún momento y hubo momentos en los que el termómetro marcaba -11ºC, por lo que tuvimos que parar más veces de las que nos hubiese gustado solo por conseguir calentar manos y pies. Y eso, durante un par de días, acaba dejando mella.
Recuerdo que los últimos kilómetros del día eran los peores, las placas de hielo y el cansancio “casi” consiguen vencerme. Nunca había pasado tanto frío durante tanto tiempo. Cuando estábamos a menos de 600kms de nuestro destino, Solla, a mi hermano no se le ocurre otra cosa que preguntarme si había estado alguna vez en Liechtenstein… pues “aguanta el cubata” que vamos para allá. Aquella misma noche recuerdo que dormimos en Munich a la agradable temperatura de -15 ºC .
La llegada a Elefantentreffen fue increíble, indescriptible e inolvidable. No solo era el hecho de estar allí, era el viaje, su dureza y la suerte de haberlo compartido con mi hermano. No pude evitar emocionarme.
Próximos objetivos
Tengo muchos, muchos destinos pendientes, pero de vez en cuando voy echando un vistazo a una ruta que tengo hace años guardada y que transcurre entre Albania, Montenegro, Bosnia, Croacia… Las ganas y el deseo los tengo, solo me falta el tiempo. Otro de los destinos es el Grossglockner, Austria, es una carretera que he hecho en varias ocasiones en coche y en cada una de ellas he pensado que debo disfrutarla también en moto, así que quizás vaya a sacarme la espinita.
Podemos encontrarte en
Nuestros caminos se enlazaron por casualidad, las dos ruedas fueron las culpables. Y como habrás notado en esta entrevista, con Mónica, es muy fácil conectar.
Gracias Mónica, conocerte un poquito más siempre apetece.
Gracias por esta entrevista, por tu tiempo, tus palabras sinceras. Pero sobre todo, gracias por ese buen rollo que transmites.
Sigue haciendo que la vida te despeine hasta el Infinito y más allá.
¡Nos vemos en la carretera, familia!
2 respuestas
Yo de mayor quiero ser como ella. Y tengo la gran fortuna de poder decir, ella ya lo sabe, que la adoro y que gracias a las mo+os por hacer que Mónica, no solo este en mi instagram, si no en mi corazón.
De mayor… de mayor… tampoco te pases que no te queda tanto para alcanzarme :-p
Yo también me siento afortunada de haberte conocido más allá de una pantalla porque, en mi opinión, es la única manera de conocer a las personas y estrechar lazos, como el que existe entre nosotros. Yo también te llevo en mi corazoncito, mi Ivanico.